domingo, 25 de noviembre de 2012

SANTIAGO VILLANUEVA en el Museo López Claro de la ciudad de Azul




este jueves 29 de noviembre a las 20 hs. adhiriendo a los 180 años de la fundación de Azul, ciudad de la que es oriundo, Santiago Villanueva inaugura la muestra "El oficio de la ilusión" en el Museo López Claro que es a la vez su homenaje a Alberto Lopez Claro.

en un principio, la muestra iba a ser una nueva presentación de Santiago en Azul, pero las inundaciones que sufrió la zona y que son de público conocimiento trastocaron el plan dando origen a este homenaje.

está es la reproducción completa del texto que acompaña la tarjeta de invitación a cargo de Sofía Dourron.








HISTORIA DE UNA INUNDACIÓN
Los cuadros se salvaron, alguien los puso a resguardo del agua colgándolos lo más cerca del cielo raso como le fue posible. No todos los cuadros se salvaron, sólo algunas de las obras de Alberto López Claro, parte de la serie metafísica, la serie más misteriosa que saliera del taller del artista. La selección del salvataje no parece ser azarosa, no hay malones, ni indios, ni paisajes, sólo retratos misteriosos y composiciones surrealistas. Tan arriba, tan inquietantes, que duele el cuello de tanto mirarlas.

Los libros no corrieron la misma suerte, tal vez ese era su destino, la inundación o la humedad de una biblioteca tarde o temprano los iba a alcanzar. Ahora se están secando sobre una mesa, algunos todavía chorrean agua pantanosa, en otros la tinta se corrió haciendo dibujos nuevos, haciendo libros nuevos.

Las diapositivas tampoco se salvaron, se mezclaron y al secarse se pegotearon unas con otras, produciendo inadvertidamente una nueva serie de cuadros insólitos. Pero el agua fue sabia y no mezcló cualquier cosa, cual curador conservador utilizó un criterio geográfico, sólo mezcló a López Claro y Malharro, los más famosos pintores que Azul haya producido. Se trata de un gran hallazgo para la historiografía azuleña.

No teman, no todo fue tragedia, el museo amaneció azul, un poco azul, bueno, una sala amaneció azul, azul oscuro y profundo. Parece que la inundación también trajo renovaciones museográficas y nuevos criterios para el diseño de la exposición permanente, una mirada diferente sobre los ya tan familiares cuadros de la colección. Una bocanada de aire freso, fresco y azulado.

Originalmente esto iba a ser una muestra de las últimas obras de Santiago Villanueva, la más reciente producción artística de la ciudad de Azul. Mas a fuerza de fenómenos atmosféricos la exposición mutó en homenaje a Alberto López Claro, el más antiguo pintor de Azul. La muestra se convirtió así en una colisión entre el más grande y el más joven, el pasado y la actualidad, dos ramas de un mismo árbol genealógico, dos nucleótidos en una misma cadena de ADN.

En los últimos tiempos Villanueva se dedicó a construir cartografías pictóricas del arte argentino en las cuales López Claro aparece cual figurita repetida una y otra vez, sus malones, sus retratos, las pinturas metafísicas expuestas hoy en el museo. El joven artista pareciera querer darle al vetusto pintor un muy demorado, aunque tal vez por eso tanto más merecido, reconocimiento, no sólo como artista, sino como incansable docente y apasionado escritor.
En el pequeño Atlas de Villanueva las figuritas de López Claro se mezclan y se cotejan, en estricto blanco y negro, con las de Arturo Borda, Ángel Della Valle, León Palliere, Anselmo Piccoli, Flavio de Carvalho como otro más entre los grandes pintores de América Latina.

Sofía Dourron

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